Las dinámicas relacionales que se generan en la familia, muchas veces maltratantes o negligentes, tienen como víctimas a los más vulnerables: los hijos, los cuales se ven expuestos a un estrés continuo que tiene consecuencias negativas para su neurodesarrollo, su salud, y su bienestar físico y psicológico. El mundo adulto a menudo minimiza la repercusión que la separación de los padres tiene en los niños y adolescentes.