Los buenos tratos en la infancia, además de garantizar el desarrollo pleno de la personalidad, contribuyen a la emergencia de un sujeto autónomo, capaz de reproducir en su entorno la situación de «bientratante» que ha vivido de pequeño. De esta manera, además de establecer vínculos sanos con las demás personas, podrá confiar en sí mismo y en sus posibilidades para brindar afecto y cariño y contribuir así a un crecimiento óptimo y feliz de sus hijos.